El deterioro cognitivo determina la pérdida de capacidad de las funciones cognitivas de una persona. No se trata de un término claramente delimitado, ya que puede hacer referencia al proceso fisiológico principalmente asociado al envejecimiento o responder incluso a las primeras etapas de degeneración patológica que se producen, por ejemplo, en las demencias y el Alzheimer.
Lo más habitual es definir el deterioro cognitivo (leve) como un síndrome que comprende un déficit cognitivo mayor al esperado para la edad y el nivel cultural de la persona, en el que uno o más dominios de la cognición se ven afectados.
Las características que diferencian el declive cognitivo y la demencia incluyen el impacto sobre las actividades de la vida diaria, que en el deterioro cognitivo leve no existe o es mínimo.
Es difícil cuantificar el número de personas que presentan declive cognitivo leve. En función de los criterios utilizados, la prevalencia en mayores de 75 años se puede situar entre el 3 y el 20%, si bien existen estudios que la sitúan muy por encima. De estos, entre el 15 y el 41% de pacientes podrían evolucionar a casos de demencia en el siguiente año.
El deterioro cognitivo puede afectar a diferentes dominios de la función cognitiva con una intensidad variable.
Uno de estos dominios es la memoria, el conjunto de procesos mentales de orden superior que incluyen la recolección, el almacenamiento y la recuperación de la información. El deterioro en la memoria episódica, que hace referencia a acontecimientos del pasado, es un buen marcador evolutivo del declive cognitivo leve.
Otro de los dominios que pueden verse afectados incluyen las capacidades lingüísticas, especialmente la capacidad de denominación y la fluidez verbal, así como la psicomotricidad y capacidades físicas de la persona.
Si te interesa seguir aprendiendo sobre cómo mejorar la calidad de vida de las personas mayores, te invitamos a explorar más artículos en nuestro blog
El deterioro cognitivo determina la pérdida de capacidad de las funciones cognitivas de una persona. No se trata de un término claramente delimitado, ya que puede hacer referencia al proceso fisiológico principalmente asociado al envejecimiento o responder incluso a las primeras etapas de degeneración patológica que se producen, por ejemplo, en las demencias y el Alzheimer.
Lo más habitual es definir el deterioro cognitivo (leve) como un síndrome que comprende un déficit cognitivo mayor al esperado para la edad y el nivel cultural de la persona, en el que uno o más dominios de la cognición se ven afectados.
Las características que diferencian el declive cognitivo y la demencia incluyen el impacto sobre las actividades de la vida diaria, que en el deterioro cognitivo leve no existe o es mínimo.
Es difícil cuantificar el número de personas que presentan declive cognitivo leve. En función de los criterios utilizados, la prevalencia en mayores de 75 años se puede situar entre el 3 y el 20%, si bien existen estudios que la sitúan muy por encima. De estos, entre el 15 y el 41% de pacientes podrían evolucionar a casos de demencia en el siguiente año.
El deterioro cognitivo puede afectar a diferentes dominios de la función cognitiva con una intensidad variable.
Uno de estos dominios es la memoria, el conjunto de procesos mentales de orden superior que incluyen la recolección, el almacenamiento y la recuperación de la información. El deterioro en la memoria episódica, que hace referencia a acontecimientos del pasado, es un buen marcador evolutivo del declive cognitivo leve.
Otro de los dominios que pueden verse afectados incluyen las capacidades lingüísticas, especialmente la capacidad de denominación y la fluidez verbal, así como la psicomotricidad y capacidades físicas de la persona.
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El proceso que puede llevar hasta el deterioro cognitivo es complejo. Si bien la regeneración neuronal se puede producir en cierto grado −siendo la variabilidad entre individuos muy importante− las neuronas que se pierden por cualquier causa son difícilmente recuperables. De este modo, el número total y el peso global del cerebro suele disminuir de forma progresiva con el envejecimiento.
Por otro lado, existen muchos factores de riesgo, algunos interrelacionados entre sí, que puede ser relevantes para la aparición del declive cognitivo. Entre otros:
El tratamiento del deterioro cognitivo leve puede variar mucho en función de las características del individuo y puede incluir tanto terapias no farmacológicas como medicamentos.
Las terapias no farmacológicas pueden ser muy variadas. Principalmente están centradas en estimular la actividad cognitiva y en mejorar la salud general y cardiovascular:
Para el control de los factores de riesgo cardiovascular se pueden prescribir fármacos para tratar la hipertensión arterial, la diabetes, la fibrilación auricular, etc.
Por otro lado, existen fármacos indicados en el deterioro cognitivo asociado a la edad, como es el caso del extracto de Ginkgo biloba, aprobado por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS).
En Senniors todos nuestros servicios están enfocados en los cuidados, dándole la importancia que se merece a la estimulación cognitiva.