El verano es una estación que nos invita a salir, viajar y disfrutar más del aire libre. Sin embargo, para las personas mayores también supone un reto: las olas de calor, los cambios en la alimentación, el descanso irregular y la menor actividad física dejan huella. Por eso, septiembre se convierte en un mes clave: el regreso a la rutina es la oportunidad perfecta para realizar chequeos médicos y asegurarnos de que el verano no ha pasado factura. No se trata solo de prevenir complicaciones, sino de detectar a tiempo pequeñas alteraciones que, con el cuidado adecuado, no llegarán a convertirse en problemas mayores.
El verano es una estación que nos invita a salir, viajar y disfrutar más del aire libre. Sin embargo, para las personas mayores también supone un reto: las olas de calor, los cambios en la alimentación, el descanso irregular y la menor actividad física dejan huella. Por eso, septiembre se convierte en un mes clave: el regreso a la rutina es la oportunidad perfecta para realizar chequeos médicos y asegurarnos de que el verano no ha pasado factura. No se trata solo de prevenir complicaciones, sino de detectar a tiempo pequeñas alteraciones que, con el cuidado adecuado, no llegarán a convertirse en problemas mayores.
El calor extremo puede provocar deshidratación, golpes de calor y desajustes en la tensión arterial. A esto se suma que, durante las vacaciones, a menudo se descuida la toma de medicación, se cambian los horarios de las comidas o se realizan menos ejercicios físicos de lo habitual.
En personas mayores, incluso un pequeño desajuste puede tener un gran impacto: un aumento de la presión arterial, una caída derivada del cansancio o un olvido recurrente de medicación pueden ser señales de alerta.
Revisar el estado general de salud en septiembre es, por tanto, una forma de “resetear” y empezar el otoño con garantías de bienestar, sabiendo que todo está bajo control.
Las revisiones de septiembre deberían ser completas y adaptadas a la edad y situación de cada persona. Entre los aspectos más importantes están:
Estos chequeos permiten no solo detectar problemas, sino también ajustar tratamientos, reforzar pautas de ejercicio o adaptar rutinas a las necesidades actuales.
Además de las revisiones médicas, es fundamental que las familias estén atentas a pequeños cambios que puedan indicar un deterioro. Algunas señales a vigilar son:
A menudo son los familiares quienes primero detectan estas señales. Reconocerlas a tiempo y comentarlas en la revisión médica puede marcar la diferencia entre un problema pasajero y una complicación mayor.
El primer paso es siempre acudir al médico de cabecera, que puede solicitar las pruebas necesarias o derivar a especialistas. Sin embargo, no todas las revisiones tienen que hacerse en el hospital: muchos servicios se pueden organizar en el propio domicilio.
En Senniors, por ejemplo, ofrecemos apoyo con fisioterapia, terapia ocupacional, psicología o nutrición en casa, lo que permite dar continuidad al cuidado sin necesidad de desplazamientos. Además, el seguimiento profesional ayuda a interpretar los resultados médicos y a adaptar las rutinas de la persona mayor en el día a día.
La clave está en combinar la medicina preventiva con el acompañamiento profesional, generando un círculo de cuidado seguro y humano.
El mes de septiembre es una oportunidad para “poner a punto” la salud de nuestros mayores. Los chequeos médicos tras el verano no son una formalidad, sino una herramienta de prevención que mejora su calidad de vida y ofrece tranquilidad a las familias. En Senniors sabemos que cada detalle cuenta: un análisis de sangre, una revisión dermatológica o una valoración funcional pueden marcar la diferencia. Por eso trabajamos junto a las familias para ofrecer un cuidado integral, en casa, cercano y profesional.
¿Quieres asegurar la mejor salud para tu familiar este septiembre? Descubre cómo nuestros profesionales pueden ayudarte a hacer un seguimiento completo en casa.