La lectura es uno de los entretenimientos más simples y versátiles que existen. Leer es un pasaje de primera para introducirse en la piel y las vivencias de miles de personajes, conocer la historia y la geografía, investigar sobre la vida en el otro extremo de la tierra, sobre el origen del universo o los animales. Las posibilidades son casi infinitas. Pero la lectura no solo permite vivir otras vidas, también puede contribuir a que la nuestra sea más larga y placentera.
La lectura es uno de los entretenimientos más simples y versátiles que existen. Leer es un pasaje de primera para introducirse en la piel y las vivencias de miles de personajes, conocer la historia y la geografía, investigar sobre la vida en el otro extremo de la tierra, sobre el origen del universo o los animales. Las posibilidades son casi infinitas. Pero la lectura no solo permite vivir otras vidas, también puede contribuir a que la nuestra sea más larga y placentera.
El aprendizaje es mayoritariamente concebido como un elemento presente en las primeras etapas de la vida. Sin embargo, no dejamos de aprender a lo largo de toda nuestra existencia. Sí es cierto que el cerebro experimenta una evolución en el modo en el que se comporta respecto al aprendizaje. Conforme se van cumpliendo años se produce una pérdida progresiva de facultades, pero se gana en experiencia, capacidad de análisis, abstracción y de asimilar lo complejo. El paso de los años también aumenta la capacidad de reflexión y de modulación emocional.
Un elemento esencial para el aprendizaje es la motivación. La curiosidad, el interés, la voluntad y la emoción son ingredientes necesarios para que el aprendizaje tenga continuidad.
La lectura es uno de los vehículos más inmediatos para llegar al aprendizaje. Leer nos puede acercar a cualquier tipo de conocimiento, ya sea simple o complejo, ya sea ficticio o real. Además, las cosas escritas permanecen y se puede volver a ellas siempre que se desee.
Crear o mantener el hábito de la lectura es algo que se puede conseguir en cualquier etapa de la vida, solo hay que encontrar esa motivación necesaria. Un elemento que puede contribuir a ello es poderlo compartir. Poder leer junto a otros −por ejemplo, en un club de lectura− es el contexto ideal para fomentar que las personas mayores lean más.
La lectura es una actividad beneficiosa para el cerebro. Se trata de un modo de entrenamiento que permite llegar a la vejez en mejor estado.
De este modo, la lectura puede constituir un elemento muy valioso para la salud y el envejecimiento saludable. Desde un punto de vista preventivo, la actividad cerebral y la reserva cognitiva que se genera con el hábito de la lectura permite preservar al cerebro y modular el declive cognitivo derivado del paso del tiempo y el envejecimiento o incluso frente a enfermedades neurodegenerativas.
La lectura promueve la activación de múltiples áreas del cerebro. Entre otras, es capaz de activar la corteza visual, el área que se ocupa del lenguaje, las áreas específicas que otorgan valor lingüístico y significado a la información visual y a lo que se lee y las zonas cerebrales relacionadas con las emociones que se producen durante la lectura. Durante la lectura también se activa el lóbulo frontal que maneja las funciones ejecutivas indispensables para ordenar mentalmente personajes, fechas, tramas, etc., y otras zonas relacionadas con la memoria.
La plasticidad cerebral es otro de los elementos importantes relacionados con la activación de diferentes zonas y elementos cerebrales. Se trata de la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse mediante cambios en su función y estructura al paso del tiempo y a las agresiones, pero también a la información que recibe. Cuando se lee, el cerebro maneja y guarda una gran cantidad de información, lo que determina modificaciones en la conectividad cortical (la plasticidad sináptica y la creación de espinas dendríticas) y en las estructuras subcorticales que las conectan.
Esta mayor complejidad en las estructuras neuronales promovida por la lectura −contemplada como un tipo de gimnasia cerebral− es el mejor garante de una buena reserva cognitiva, muy valiosa para enfrentar las últimas etapas de la vida. En este sentido, las investigaciones señalan que la lectura de libros permite vivir más en personas mayores, más allá de su estado de salud y sus condiciones psico-sociales.
La lectura nos hace vivir más, porque nos hace vivir otras vidas, meternos en la piel de unos personajes que pueden estar dando la vuelta al mundo o conquistando el polo norte. Pero también nos permite vivir más y mejor nuestra propia vida. Leer para vivir más.